

Nosotros estábamos desesperados por tragarnos plato y todo, los pobres pescados nos miraban con esos ojos que sólo los pescados tienen, saltaban en el plato para escaparse. René no tuvo piedad y sólo dejó las cáscaras de las papas, se comió hasta las bolitas de los ojos.
Por suerte, la comida no quedó decomisada por importación de alimentos. Por cierto, estamos en La Paz.
¡Gracias Rupi!
No hay comentarios:
Publicar un comentario